Decada de acción: 10 años por los ODS.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible están tomando impulso en el mundo, para erradicar la pobreza, rescatar al planeta y construir un mundo más pacífico.
Se están sumando esfuerzos en todo el mundo para cumplir con la Agenda 2030, mediante la movilización de más gobiernos y más empresas, así como con un llamamiento a todas las personas para que hagan suyos los Objetivos Mundiales.
Una década de acción para cumplir con los Objetivos mundiales:
Actualmente, se están logrando avances en muchos lugares,
pero, en general, las medidas encaminadas a lograr los Objetivos todavía no se
están desarrollando a la velocidad ni en la escala necesarias, debido a la pandemia
por el Covid-19. La década de acción exige acelerar las soluciones sostenibles
dirigidas a los principales desafíos del mundo: desde la pobreza y la igualdad
de género, hasta el cambio climático, la desigualdad y el cierre de la brecha
financiera.
La década de acción, por los ODS:
- Movilizará a todas las personas en todo el mundo.
- Trabajaremos para crear una fuerza imparable vinculada a los Objetivos Mundiales.
- Identificaremos los riesgos para garantizar que nadie se quede atrás.
- Todo ello requiere que cada uno de nosotros actuemos, tanto de manera individual como colectiva, a nivel local y mundial.
- Debemos ser la generación que erradique la pobreza extrema, que gane la lucha contra el cambio climático y que venza a la injusticia y la desigualdad de género.
- Responsabilizaremos a los líderes y señalaremos aquello que es posible cuando las acciones generen resultados.
- Impulsará ideas para que se conviertan en soluciones.
- Arrojaremos luz sobre soluciones que amplíen el acceso y demuestren las posibles ideas.
- Impulsaremos las inversiones financieras, la tecnología y las innovaciones sostenibles, al mismo tiempo que abriremos espacios para que los jóvenes en nuestras comunidades lideren el cambio.
La Agenda 2030 conforma nuestra hoja de ruta para
construir el mundo que queremos.
Fin de la pobreza:
A nivel mundial, el número de personas que viven en
situación de extrema pobreza disminuyó desde un 36 % en 1990 hasta un 10 % en
2015. No obstante, el ritmo al que se produce este cambio está disminuyendo, y
la crisis de la COVID-19 pone en riesgo décadas de progreso en la lucha contra
la pobreza. Una nueva investigación publicada por el Instituto Mundial de
Investigaciones de Economía del Desarrollo de la Universidad de las Naciones
Unidas advierte de que las consecuencias económicas de la pandemia mundial
podrían incrementar la pobreza en todo el mundo hasta llegar a afectar a 500
millones de personas más, o lo que es lo mismo, a un 8 % más de la población
total mundial. Esta sería la primera vez que la pobreza aumente en todo el
mundo en 30 años, desde 1990.
Más de 700 millones de personas, o el 10 % de la población mundial,
aún vive en situación de extrema pobreza a día de hoy, con dificultades para
satisfacer las necesidades más básicas, como la salud, la educación y el acceso
a agua y saneamientor por nombrar algunas. La mayoría de las personas que viven
con menos de 1,90 dólares al día viven en el África subsahariana. En todo el
mundo, los índices de pobreza en las áreas rurales son del 17,2 %; más del
triple de los mismos índices para las áreas urbanas.
Para los que trabajan, su puesto de trabajo no les garantiza
una vida digna. De hecho, el 8 % de los trabajadores de todo el mundo, y sus
familias, vivían en situación de extrema pobreza en 2018. Uno de cada cinco
niños vive en situación de extrema pobreza. Garantizar la protección social de
todos los niños y otros grupos vulnerables resulta crucial para reducir la pobreza.
Hambre cero:
Tras décadas de una disminución constante, el número de
personas que padecen hambre (medido por la prevalencia de desnutrición) comenzó
a aumentar lentamente de nuevo en 2015. Las estimaciones actuales indican que
cerca de 690 millones de personas en el mundo padecen hambre, es decir, el 8,9
por ciento de la población mundial, lo que supone un aumento de unos 10
millones de personas en un año y de unos 60 millones en cinco años.
El mundo no está bien encaminado para alcanzar el objetivo
de hambre cero para 2030. Si continúan las tendencias recientes, el número de
personas afectadas por el hambre superará los 840 millones de personas para
2030.
Según el Programa Mundial de Alimentos, alrededor de 135
millones de personas padecen hambre severa Disponible en inglés, debido
principalmente a los conflictos causados por los seres humanos, el cambio
climático y las recesiones económicas. La pandemia de COVID-19 podría duplicar
ahora esa cifra y sumar unos 130 millones de personas más que estarían en
riesgo de padecer hambre severa a finales de 2020.
Con más r 250 millones de personas que podrían encontrarse
al borde de la hambruna Disponible en inglés, es necesario actuar rápidamente
para proporcionar alimentos y ayuda humanitaria a las regiones que corren más
riesgos.
Al mismo tiempo, es necesario llevar a cabo un cambio
profundo en el sistema agroalimentario mundial si queremos alimentar a más de
820 millones de personas que padecen hambre y a los 2000 millones de personas
más que vivirán en el mundo en 2050. El aumento de la productividad agrícola y
la producción alimentaria sostenible son cruciales para ayudar a aliviar los
riesgos del hambre.
Salud y bienestar:
Garantizar una vida sana y promover el bienestar en todas
las edades es esencial para el desarrollo sostenible.
Actualmente, el mundo se enfrenta a una crisis sanitaria
mundial sin precedentes; la COVID-19 está propagando el sufrimiento humano,
desestabilizando la economía mundial y cambiando drásticamente las vidas de
miles de millones de personas en todo el mundo.
Antes de la pandemia, se consiguieron grandes avances en la mejora de la salud de millones de personas. En concreto, estos grandes avances se alcanzaron al aumentar la esperanza de vida y reducir algunas de las causas de muerte comunes asociadas con la mortalidad infantil y materna. Sin embargo, se necesitan más esfuerzos para erradicar por completo una gran variedad de enfermedades y abordar un gran número de problemas de salud, tanto constantes como emergentes. A través de una financiación más eficiente de los sistemas sanitarios, un mayor saneamiento e higiene, y un mayor acceso al personal médico, se podrán conseguir avances significativos a la hora de ayudar a salvar las vidas de millones de personas.
Las emergencias sanitarias, como la derivada de la COVID-19,
suponen un riesgo mundial y han demostrado que la preparación es vital. El
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo señaló las grandes diferencias
relativas a las capacidades de los países para lidiar con la crisis de la
COVID-19 y recuperarse de ella. La pandemia constituye un punto de inflexión en
lo referente a la preparación para las emergencias sanitarias y la inversión en
servicios públicos vitales del siglo XXI.